lunes. 29.04.2024

Agresiones a menores en Cáceres

He leído esta semana en la prensa una noticia sorprendente: “Un hombre agrede a un niño de seis años y alega legítima defensa”. No creo que algo así deje a nadie indiferente. A mí esta noticia me ha tocado mucho la fibra, ya que he sufrido recientemente una situación similar, también en Cáceres, la ciudad donde vivo.

He leído esta semana en la prensa una noticia sorprendente: “Un hombre agrede a un niño de seis años y alega legítima defensa”. No creo que algo así deje a nadie indiferente.

A mí esta noticia me ha tocado mucho la fibra, ya que he sufrido recientemente una situación similar, también en Cáceres, la ciudad donde vivo. Mi hijo de 12 años fue golpeado el pasado mes de septiembre por un individuo de 43 que decidió resolver así un enfrentamiento verbal entre su hijo y el mío. El individuo salió en busca del niño, le agarró del pecho y, entre gritos, insultos y amenazas, le propinó dos bofetadas en las mejillas y una en el cuello “para rematar la faena”. Todo esto en presencia de su propio hijo.

El resultado consta en el parte de agresiones, pues tuve que llevar al niño al hospital, adonde llegó con la cara señalada, una laceración en el labio y dolor en el cuello. No obstante, fue mucho peor lo que vendría después, la impotencia, el miedo y las noches de pesadillas de mi hijo. Todavía hoy – cinco meses después – sigo sin poder digerirlo. Lo increíble es que ni en mi caso ni en el de la noticia a la que he aludido, los agresores han reconocido su culpabilidad. Uno alega “legítima defensa” y el otro lo niega rotundamente. No debiera sorprenderme, solo los valientes reconocen sus actos. Pero me sorprende, y mucho, que sucediera, y no lo entiendo. Y cuando imagino aquel momento, su indefensión, me duele tanto.

El juicio se ha saldado con una multa de 180 euros y una indemnización de 90. No voy a ponerme a juzgar la cuantía de la pena, ya que no es este el momento ni me considero capacitada para ello. En definitiva, lo importante para nosotros era que a mi hijo se le hiciera justicia, y la sentencia de culpabilidad le ha dejado claro que él no se merecía una agresión y que, por supuesto, su autor no podía quedar impune.

Ante estos hechos, me cuestiono qué valores y qué educación les transmiten a sus hijos esos padres que “solucionan” los problemas con violencia. ¿Pensarán que de esta manera les protegen? Lamentablemente para ellos, estos niños aprenderán, y es lógico, que las cosas se resuelven mediante la fuerza, que ante la frustración se responde con agresiones, que se puede abusar de alguien más débil y que no importa. Está demostrado que los niños aprenden por imitación, y si sus padres canalizan así el enfado, el niño va a hacer lo mismo: cuando diga algo y no le hagan caso pegará a otros niños o a los mayores, porque creerá que es lícito y normal.

Estas cosas no pueden pasar en una sociedad civilizada y moderna que defiende la no violencia. Quiero manifestar mi total rechazo a cualquier tipo de agresión y más aún cuando la situación la agrava una superioridad física y va dirigida hacia los más vulnerables. Como madre y como docente no me canso de defenderlo. Me siento tranquila, al menos, por haber demostrado a mi hijo que la solución no estaba en tomarnos la justicia por nuestra mano. Desafortunadamente no pude evitar que sufriera aquella agresión pero espero haberle ayudado a aprender que la verdad triunfa por sí misma.

Agresiones a menores en Cáceres