viernes. 26.04.2024

El último fin de semana de septiembre, investigadores de 300 ciudades europeas mostraron a la sociedad en qué consiste y cuál es la aplicación de la ciencia, de la labor investigadora, en el transcurrir de sus días. La noche de los científicos llegó por tercer año consecutivo a nuestra región y ,según el Servicio de Difusión de la Cultura de la Universidad de Extremadura, el viernes 26 de septiembre, unas 3.500 personas visitaron sus campus en Badajoz y Cáceres.

Y allí estaba la Sierra, luciendo tan plena como siempre.

El ingeniero e investigador acebano Luis Vicente Calderita, --Luiky sobre los escenarios-- explicaba a grupos de veinte personas el funcionamiento de la caterva de robots que construye y mejora cada año RoboLab, laboratorio de robótica y visión artificial de la Escuela Politécnica de la UEX, creado y dirigido por Pablo Bustos en el año 2000. En dos horas, cerca de 400 personas, grupos familiares fundamentalmente, escucharon atentos sus didácticas y prácticas explicaciones. Y es que Luiky es un camaleón capaz de hablar el idioma que requiere el momento: poesía y rock sobre los escenarios, discursos científicos en los simposiums y amenas charlas para el resto de los mortales.

RoboLab es un curioso lugar de trabajo en el que participan, entre otros, un científico punky  vegano y abstemio y un investigador músico y poeta bajo la dirección de un silencioso científico que, pudiendo estar en cualquier empresa privada ganando un dineral, elige permanecer en la Universidad pública e invertir parte de su preciado tiempo en rellenar papeleo que asegure o ayuden asegurar, el futuro laboral de su equipo multidisciplinar, formado por 15 investigadores.

En estos catorce años RoboLab está trabajando, entre otros muchos proyectos, en tres tipos de robots y en este tiempo los investigadores han conseguido, reducir componentes, peso y costes.  

En dos horas y media, por RoboLab pasaron cerca de 400 personas que finalizaron su visita posando delante de Ursus o de Chispas, último robot de la colección bautizado así por uno de los niños. “Unos intentan coger objetos, otros intentan llegar a su destino esquivando obstáculos y otros intentan entender lo que les decimos, intentan comunicarse”, explica Luiky con desparpajo.

“El origen de estos trastos se pensó para trabajar con niños con parálisis cerebral”, cuenta el divertido investigador dibujando en los rostros de su audiencia una sonrisa que durará tanto como la visita. “La unión de la capacidad de aproximación, comunicación y dirección nos llevará a crear el robot social, en tanto en cuanto estará integrado e interactuará con la sociedad”, añade Luiky.

Tras contar de forma amena cómo ha evolucionado la investigación de RoboLab, cómo han logrado abarator costes y componentes y desvelar los secretos del funcionamiento de sus robot, el científico acebano concluye: “Y esto es a lo que nos dedicamos los investigadores de RoboLab, para que luego digáis que no hacemos nada en todo el día”, concluye con sorna el poeta y maestro de ceremonias que igual se come al público en un concierto que a un nutrido grupo de familias.

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La noche europea de los investigadores habla con acento serrano