viernes. 26.04.2024

La amplia oferta de productos financieros como no la ha habido nunca antes, cada vez más complejos, han supuesto cambios esenciales en la economía familiar, por un lado incrementando el bienestar y por otro lado una vulnerabilidad y riesgo económico del que no siempre somos conscientes. Aprovechando créditos muy bajos los consumidores caímos en una tela de araña de la que nos va a resultar muy difícil salir.

Algo que se nos reprocha siempre a los españoles es el deseo de tener vivienda en propiedad, en detrimento de los alquileres, tal y como ocurre en el resto de Europa. Es cierto que no se ha potenciado el alquiler como prestación de un servicio de primera necesidad y llegó un momento en que los alquileres estaban más altos  que el pago de una hipoteca, y la verdad ¿para qué íbamos  a tirar el dinero????

La compra de la vivienda es la mayor operación económica que hace una persona media a lo largo de su vida. En los años 70 y 80 se dedicaba un 33% del presupuesto familiar al pago de la hipoteca, que se alargaba una media de 15 años. En los últimos tiempos se dedica entre  un 50% y un 60% del presupuesto familiar al pago de la hipoteca con una amortización a 20 – 30 y 50 años vista.

Lo habitual era pedir entre un 75% y un 80% del valor de tasación de la vivienda, sin embargo los bancos buscando siempre clientes y una mayor ganancia, favorecieron la concesión de cantidades superiores hasta un 120% del valor real,  incluso  concediendo créditos  en supuestos de alto riesgo, lo que denominamos hipotecas basura.

Aprovechando créditos más que rebajados, líneas de descuentos y  créditos al consumo, nos fuimos enmarañando en una forma de consumo masivo que junto con la burbuja inmobiliaria nos ha explotado en  la cara. La responsabilidad es compartida, a las entidades financieras podemos reprocharles por publicidad agresiva, concesiones irresponsables, falta de transparencia, desinformación, falta de oferta vinculantes, cláusulas abusivas, obligatoriedad de aceptación productos vinculados etc. etc.

La vivienda que debería tratarse como bien indispensable al que todos debemos tener acceso, a pasado a ser un bien inaccesible para la gran parte de la población, léase divorciados, inmigrantes o familias monoparentales, parados y jubilados.

Desde que se inició la crisis se han registrado más de 400.000 ejecuciones hipotecarias y el desahucio se ha convertido en el mayor problema del consumidor hipotecado. Una de las causas de este drama que afecta a tantas familias españolas ha sido el sobreendeudamiento, derivado a su vez de la escasa cuando no nula cultura financiera.

Si  se ingresa menos no se puede gastar más sino es endeudándose. Cuando no podemos hacer frente a los pagos tiramos de tarjeta, y cuando la capacidad de pago de la deuda alcanza el 100% de la economía familiar los intereses usurarios de los créditos express o de los contratos de reunificación de deuda agravan aún más si cabe la situación. La venta de la vivienda ya no es la solución, puesto que no alcanza para cubrir el total de la deuda existente, y es posible que el afectado arrastre esta situación el resto de su vida impidiéndole incluso firmar un contrato de telefonía.

Como consumidores debemos plantearnos un cambio radical en el modelo de consumo en general y del consumo financiero en particular. El sector financiero se ha convertido en un galimatías  difícil de descifrar, por eso se hace cada vez más imprescindible la búsqueda de asesoramiento antes de la firma de un contrato que va a afectarnos durante tantos años.  Queden como adelanto recomendaciones a tener en cuenta:

* Exigir la entrega de oferta vinculante de la entidad bancaria.

En ella deben reflejarse todas las condiciones financieras en las que se firmaría el préstamo hipotecario: capital, duración del préstamo, tipo de cuotas, posibilidad de reembolso anticipado, etc. se entregará de forma gratuita y sin ningún tipo de vinculación obligatoria para el cliente con la entidad. Como clientes tenemos la opción de revisar la escritura pública del préstamo hipotecario,  como mínimo tres días antes de la firma, ese sería el momento idónea pora buscar asesoramiento de un profesional independiente de la entidad y de nuestra confianza. Si hubiese discrepancias entre la oferta vinculante y las condiciones aplicadas al contrato del préstamo hipotecario podemos exigir la rectificación o incluso desistir de la operación.

*  Es una práctica habitual que las entidades financieras nos vendan otros productos junto con la hipoteca, y que nos sintamos obligados a contratarlos por miedo a que no se nos conceda la hipoteca. A la hora de negociar este tipo de productos tengamos en cuenta que el único requisito obligatorio es la suscripción de un  seguro de incendio, que podemos contratar con la compañía que más nos interese.

* La publicidad es vinculante para el anunciante.

Obliga a la entidad financiera  e implica que el consumidor puede exigir que las condiciones del contrato se ajusten a lo anunciado en la publicidad. Por  tanto y como siempre, recomendamos guardar todos los documentos, trípticos, panfletos y demás documentos relacionados con la operación financiera.

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El usuario de banca: escasa cultura financiera