viernes. 26.04.2024

¡El tren! Camino de hierro de la Dalmacia (V)

La línea de tren extremeño castellana que, en estos primeros años del siglo XX se la denomina de Ciudad Rodrigo a Cañaveral, pretende un comercio más activo entre el Valle del Alagón, Las Vegas de Moraleja, Sierra de Gata, El Rebollar y Ciudad Rodrigo, introduciendo el elemento estratégico por su cercanía a la raya con Portugal, cómplice en la eminente construcción

El tren
El tren

Fue realmente en 1903 cuando los senadores y diputados por Salamanca, entre ellos Canalejas, y los representantes de Ciudad Rodrigo, Coria, Hoyos y Garrovillas, se proponen presentar a Cortes el proyecto de ley para obtener la concesión de un ferrocarril de vía ordinaria desde Ciudad Rodrigo a Cañaveral (no lo es a la estación de Río Tajo, en ese momento). Desde entonces, con algunos paréntesis, no parará el entusiasmo en la defensa de este proyecto.

Hay que tener en cuenta que era diputado por Salamanca Luis García Romo, que sería sustituido por Juan Antonio Sánchez del Campo. Por Ciudad Rodrigo lo sería, Antonio Palacios de la Puente. Por Hoyos, Rafael Durán Martín y por Coria, Laureano García Camisón. Todos ellos grandes defensores del ferrocarril extremeño castellano.

Es, en ese año, el encargado por Sierra de Gata de relanzar el proyecto y apoyarlo, , como ya he comentado anteriormente, el diputado provincial por la localidad de Gata (1891), Marcelino Guerra Hontiveros, apoyado en el semanario “La Iberia”. Por ese año tenía una “prensa de viga para aceituna”, en la calle de la Rivera, en Gata, y se encontraba incluido dentro de la lista de “grandes contribuyentes”. Marcelino Guerra se presentó a Diputado a Cortes por el Distrito de Hoyos, sección Gata, en marzo de 1884. Por Torre de don Miguel lo sería Máximo Herrero Asensio y por San Martín de Trevejo, Paulino Rodríguez Obregón. En su faceta de escritor publicó, entre otros los libros: “Colección de coplas originales” (Coria 1887), “Narraciones de un trovador” (Coria 1893) y “Apuntes históricos acerca de la Villa de Gata” (Salamanca 1897).

A todo esto, los capitales aguardaban colocación ya que suponía la posibilidad de que pudieran ser empleados en un ferrocarril, aunque fuera de vía estrecha, que partiendo de la estación de Cañaveral, importante en ese momento dentro de la línea del Tajo, partiera hacia el norte por Torrejoncillo y Coria, y de allí, atravesando por el Puerto de Perales la pintoresca y olvidada Sierra de Gata, y sigiera por Peñaparda, Fuenteguinaldo, Bodón y Ciudad Rodrigo, para unirse con la línea que va por Salamanca a Medina del Campo.

Esta línea evitaría los trastornos a pasajeros y mercancías que provocan las líneas actuales que van al norte o al noroeste. Además se trata de una línea paralela a la frontera portuguesa, por lo que resulta altamente estratégica no sólo para la defensa nacional sino también para importar y exportar con más facilidad los artículos de comercio con el vecino Portugal.

Se buscaba, efectivamente, un comercio más activo entre el Valle del Alagón, Las Vegas de Moraleja, Sierra de Gata, El Rebollar y Ciudad Rodrigo, introduciendo el elemento estratégico, cómplice en la eminente construcción.

Los 200.000 cantaros de aceite que, por término medio, se cosechan anualmente en los 18 pueblos que constituyen la Sierra de Gata, las riquísimas y abundantes frutas que en ellos se produce, las toneladas de corcho y carbón que se extraen de las dehesas de Moraleja, lanas y paños de Torrejoncillo, las patatas del Rebollar, los cebones, las maderas, todo es factible de ser transportado de un sitio a otro.

Un comercio existente ya, pero que sería mucho más efectivo en el momento en que fuera un hecho la construcción y explotación del ferrocarril. Un proyecto pensado desde hace muchos años, llegándose incluso al estudio sobre el terreno y a fijar la cantidad necesaria para su construcción, pero que fue abandonado o duerme el sueño de los justos en algún cajón de la administración pública.

En 1904 una Comisión compuesta por los diputados provinciales y el alcalde de Ciudad Rodrigo, salen de nuevo para Madrid para reunirse en Cortes con los diputados nacionales Antonio Palacios de la Puente y Sánchez-Arjona, para practicar gestiones a favor de la construcción del ferrocarril secundario que ha de unir Ciudad Rodrigo con Sierra de Gata. Es alcalde de Ciudad Rodrigo Abelardo Lorenzo Briega.

Los diputados a Cortés intentan no perder el tren. Antonio Palacios y Rafael Durán muestran su entusiasmo y exhiben su influencia sobre la aprobación de la construcción del ferrocarril. Es el año de la Ley de Ferrocarriles Secundarios, de 30 de julio, que surge del proyecto de ferrocarriles de 19 de octubre de 1901.

Se comienza a discutir sobre la necesidad de crear una sociedad que se resuelva a construir y explotar el ferrocarril, dadas las potenciales dificultades económicas que pueden encontrarse, y se insiste en la necesidad de asociarse. Se suceden las opiniones de apoyo. Laureano García Camisón, diputado a Cortes por Coria, manifiesta como influyó para que se incluyera este estudio, así como otro de ferrocarril a Plasencia. En el mismo sentido se manifiesta Antonio Palacios de la Puente, diputado a Cortes por Ciudad Rodrigo, quien se interesa por la prolongación hasta Valencia de Alcántara y la suscrita por los diputados provinciales Jesús Méndez y Antonio S. Villares.

Rafael Durán Martín, diputado a Cortes por Hoyos, insiste que el dictamen de la comisión nombrada para el proyecto de Ley de Ferrocarriles Secundarios, es necesaria para la inclusión en el plan de ferrocarriles secundarios, afín de conseguir que la línea Cañaveral a Ciudad Rodrigo, como se la denomina en este momento, sea una de las de tal plan, procurando que sea de las primeras, por su importancia estratégica al tener su paralelismo y proximidad a la raya portuguesa.

Es curioso, por ser el primer municipio que lo hace, el incondicional apoyo de la corporación municipal de San Martín de Trevejo, encabezada por su alcalde Mateo Rodriguez, y de todos los vecinos y mayores contribuyentes a la construcción del ferrocarril, tal vez por el convencimiento o, posiblemente, como presión política para que el tren pase y tenga parada en su término municipal.

Hasta ahí todo bien, pero pronto empiezan los trazados alternativos al propuesto inicialmente. Uno de ellos es el que pretende que el tren haga el recorrido Valencia de Alcántara a Ciudad Rodrigo, pegado a la raya portuguesa, pero para ello no pasaría por Coria y Torrejoncillo, con el consiguiente malestar de los vecinos de estas localidades. Lo curioso es que estas contrapropuestas son presentadas por algunos de los que apoyaron la primera, esto es, Tomás Pascual, alcalde y propietario; Pedro Sales, propietario y ganadero; Benigno Gómez Hernández, propietario y comerciante; Marcelino Moreno, propietario; Victoriano Pascual de Sande, médico y propietario; Ignacio Rodriguez, industrial; Francisco de Valencia, concejal y propietario, entre otros.

Por eso no quiero que se entienda que de este entusiasmo general por el proyecto, no surgiesen algunas rencillas personales en lo particular. Todos los pueblos querían que el trazado pasase por su término municipal. Suponía comodidad en la cercanía y garantizaba la prosperidad de una localidad frente a la otra. No es que estos vacíos se notaran sólo en la ausencia en las reuniones, sino también en las trabas y argucias. Algunos pueblos llegaron a hacer anteproyectos de ferrocarriles únicamente para introducir cambios en el estudio que realizaron los ingenieros Epifanio Barco y Emilio Pérez, buscando un beneficio exclusivo e, incluso, incitando para que se negase el dinero a la empresa que ha de construir el ferrocarril.

Foto.- Detalle del sello filatélico lanzado en 1998 con motivo de los 150 años de ferrocarril en España.

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