sábado. 18.05.2024

Los poetas Julio Espino, Carlos Ávila y Marc García Arnau ofrecieron el sábado un recital en la casa de la cultura de Hoyos. Más que una lectura de poemas, estos autores realizaron una actuación en la que llevaron al público a través de una cuidadosa y teatralizada puesta en escena al inteior de su mundo poético.

Como en muchos otros grupos poéticos, lo que une a estos autores es más la amistad y la comunión de intereses que la forma poética en sí. Entre el intimismo y el sentido casi doméstico de la poesía de Julio Espino, la poesía de las entrañas, sexual y existencial de Carlos Ávila y el ritmo dramático y universalizador de Marc García Arnau hay pocos elementos en común; pero el sábado en Hoyos todos se combinaron como los ingredientes de un cocido para dejar un buen sabor de boca y un deseo de parranda de orujo a todos los asistentes.

El acto comenzó con una introducción que situaba la poesía fuera de la moral y la normativa en el ámbito del hombre y de la amistad. A continuación cada uno de los poetas leyó parte de la obra recogida en el poemario El mundo dejado a la suerte de una cabra, que incluye también poemas de Sebastián Fiorilli, a quien nos quedamos con las ganas de conocer.

En un interludio aprovecharon para hacer un concurso poético en el que una niña de siete años identificó el poema Donde habite el olvido de Luis Cernuda. El gran poeta sevillano hubiera sin duda disfrutado de este momento a la vez contradictorio y evocativo. El acto se cerró con la lectura de unos últimos poemas que entusiasmaron (y, aunque hablemos de un recital de poesía, no es una exageración) a las sesenta personas que habían acudido al auditorio. Confiamos que cumplan su promesa de volver a esta tierra a sembrar poesía o a lloverla sobre los sembrados.

Utopía I

No se puede amar lo que no existe,
los potenciales sueños,
horizontes.
 
Tu regreso,
el esperma convertido,
el árbol que dará forma a mi ataúd.

La metamorfosis se puede amar.
Pero la mariposa vuela.

No se puede amar lo que no hallo,
en el día a día,
en el nacer de siempre.

Lo que no se tiene
no se puede amar.
Pero lo hago.

Carlos Ávila ("El Mundo Dejado a la Suerte de una Cabra", Ediciones Marfutura, 2012)

Qué ganas

Qué ganas de dar al interruptor
como si fuera mantequilla,
de resolver la ecuación
que deja la huella dactilar
en los objetos;
de soplar bombillas
como si fueran globos;
de llorar igual
que una pared de gotéele,
de hablar como un grifo
que se volviera un manatial
en tu boca.

Julio Espino Noval ("El Mundo Dejado a la Suerte de una Cabra", Ediciones Marfutura, 2012)

Deseos copulativos I

Yo no quiero que Islandia se adhiera a Europa,
quiero que el mundo se adhiera a Islandia,
y que se hagan origamis con billetes
en un gran psiquiátrico para banqueros;
y un paraíso afiscal donde fincarnos
y atenernos a los ateneos
y hacer jaques a los jeques
y que lluevan pucheros y asambleas
y que pierdan el turbante
los talibanes de lo ajeno
y calle este ruido de fondo
y sane, - por qué no -, 
su síndrome de Diógenes
y se enseñe que ayer y siempre
la propiedad seguirá siendo
una forma de robo.

Marc García Arnau ("El Mundo Dejado a la Suerte de una Cabra", Ediciones Marfutura, 2012)


 


Los poetas vienen de París