jueves. 28.03.2024

Algunos planteamientos sobre la Educación Ambiental

En el siglo XX, la visión general sobre el medio ambiente estaba próxima a la definición del mismo como “el conjunto de circunstancias físicas que rodean a los seres vivos”. En el siglo XXI, la visión del medio ambiente debe aproximarse a la definición del mismo como “el conjunto de circunstancias físicas, culturales, económicas, sociales, etc., que rodean a las personas”.

En el siglo XX, la visión general sobre el medio ambiente estaba próxima a la definición del mismo como “el conjunto de circunstancias físicas que rodean a los seres vivos”. En el siglo XXI, la visión del medio ambiente debe aproximarse a la definición del mismo como “el conjunto de circunstancias físicas, culturales, económicas, sociales, etc., que rodean a las personas”.

El educador ambiental del siglo XXI debe ser capaz de interpretar la realidad ambiental en la que vive, debe saber asimilar esa interpretación de su realidad ambiental, y debe saber comunicar y/o transmitir sus conclusiones al respecto de dicha realidad.

El concepto de “realidad” no es otra cosa que una elaboración cultural, y como tal está abierta a diferentes interpretaciones. Nuestra forma de interpretar la realidad depende de nuestros modos de pensar y de sentir, a partir de los cuales elaboramos nuestras creencias. La “realidad” en la que cree un miembro de alguna de las culturas de cazadores-recolectores que todavía existen en este planeta (Cultura Inuit, Pueblos Amazónicos, Bosquimanos, Aborígenes Australianos, Borneo...), no es la misma “realidad” en la que cree un ciudadano de Nueva York, Sydney, Tokio o Madrid.

El propio concepto de “medio ambiente” es una elaboración cultural, abierta también a diferentes interpretaciones.

Para las comunidades de cazadores-recolectores, el medio ambiente tiene una gran importancia, ya que de él depende la supervivencia del grupo. La naturaleza es sagrada y los seres humanos se consideran parte de la misma. El respeto por el ecosistema se refleja en sus ritos, que tienen como finalidad la conservación de la fauna y la flora de las que se alimentan. 

Para la mayor parte de los ciudadanos de las sociedades tecnológico-industriales, el medio ambiente es un concepto asociado al “campo”, al entorno “natural” o “silvestre”, a la “naturaleza” más o menos “salvaje”, a algo que de alguna forma está lejos (la mayoría de la población vive en las grandes ciudades) y de lo cual no forman parte (la lejanía no es solo física)

Entre estos dos extremos a la hora de interpretar la “realidad” ambiental, existe una amplia gama de variedades interpretativas.

Pero lo cierto y “real” es que el diccionario de la real (...) academia de la lengua española define el medio ambiente como:

“Conjunto de circunstancias físicas que rodean a los seres vivos.

Por extensión, conjunto de circunstancias físicas, culturales, económicas, sociales, etc., que rodean a las personas.”

Sí, desde el punto de vista del ser vivo denominado Homo sapiens y caracterizado, entre otras cosas, por sus capacidades para elaborar cultura, economía, sociedad, etc., el entorno, el ambiente no está representado solo por las circunstancias físicas. Las circunstancias “Orteguianas” también forman parte del ambiente de las personas.

El medio ambiente es en definitiva una “realidad” global, es decir que no deja nada fuera de sí, que lo contiene todo.

Para los miles de millones de seres humanos que vivimos en este planeta, el medio ambiente no es solo la biosfera sino la tierra entera, y también el sistema solar por el que nos movemos (viajes a la luna, naves no tripuladas a otros planetas, etc.), y asimismo nuestra galaxia que escudriñamos de múltiples maneras, y hasta el conjunto del universo del que nos sabemos parte.

Y bajando al suelo para volver a tocar tierra, el medio ambiente es un concepto que incluye a las personas y a los pájaros, a los Parques Naturales y a las redes de metro y cercanías, a la sequía, los huracanes y la especulación inmobiliaria, la fotosíntesis y la industria petrolera, la estructura social de las hormigas y los conflictos sociales humanos, la agricultura y el turismo, la relación herbívoro-depredador y las relaciones laborales en las sociedades industriales, la cultura de los pueblos cazadores-recolectores y el liberalismo económico, las creencias animistas de las culturas indígenas y las religiones monoteístas, los conflictos territoriales entre animales y las guerras de los seres humanos, las migraciones de las aves y los viajes al espacio, los sistemas de comunicación química de los insectos y nuestra red de internet, etc.

Pero esta interpretación de la “realidad” ambiental no es compartida por la mayoría de la población de las sociedades tecnológico-industriales, incluid@s no poc@s polític@s, funcionari@s, gestor@s, etc., y más de un/a responsable de campañas de educación ambiental.

Es responsabilidad de l@s educadores/as ambientales el tratar de cambiar esta percepción-interpretación de la “realidad” ambiental.

Una de las tareas pendientes consiste en unificar criterios a la hora de utilizar el lenguaje (con el que elaboramos nuestros pensamientos, sentimientos y creencias) al referirnos a la problemática ambiental.

Y en relación con esto, dice Jorge Riechmann en “Un mundo vulnerable”: “El cambio de perspectiva esencial estriba en reconocer que el medio ambiente no forma parte de la economía, sino que la economía forma parte del medio ambiente. Son los subsistemas económicos humanos los que han de integrarse en el sistema ecológico englobante, y no al revés. Ésa es la clave para plantear adecuadamente los problemas de sostenibilidad.”

Algunos planteamientos sobre la Educación Ambiental