viernes. 29.03.2024

La reforma energética: una nueva agresión al mundo rural

A la vista de los cambios legislativos que tiene previsto introducir el gobierno en los próximos meses parece que la aniquilación de la vida rural tal y como la conocemos se ha convertido en un objetivo prioritario, casi obsesivo. La reforma energética es, en este sentido, un nuevo clavo en el ataud del campo: es aquí donde las energías renovables encuentran su espacio natural, donde generan los beneficios y el empleo.

Hace cinco años Eolicia, una empresa de renovables gallega, puso en marcha un huerto solar en Villasbuenas de Gata que daba trabajo a cinco personas. Después de los recortes, que empezaron con el anterior gobierno y que el actual ha multiplicado casi con sadismo, ya sólo quedan dos trabajadores.

¿Por qué? En este caso, el mantra que repiten tanto el gobierno como el principal partido de la oposición y todos los grandes medios de comunicación es “déficit de tarifa”. Llevamos años oyendo que las energía renovables son las responsables de que los españoles casi seamos los europeos que pagamos más en nuestra factura de la luz: las renovables son las culpables del déficit de tarifa.

Como en tantas otras cosas, la argumentación y los datos se han sustituido por la repetición y la propaganda. Según la Comisión Europea, una institución poco sospechosa de defender a los ciudadanos frente a las grandes empresas, no lo es. Según El País, en un informe de mayo de 2012, el déficit tarifario se atribuye a las subvenciones al carbón, a los costes fijos impuestos por las compañías eléctricas y a una “compensación excesiva de algunas infraestructuras”, como las centrales nucleares y las hidroeléctricas. Estas centrales se levantaron hace más de treinta años y aunque ya se ha pagado de sobra su construcción, por algún motivo difícil de justificar (aunque fácil de entender cuando observamos la composición de la junta directiva de las grandes empresas eléctricas, todas ellas plagadas de ex-políticos, incluidos dos ex-presidentes de gobierno), los ciudadanos las seguimos pagando todos los meses en nuestra factura de la luz.

Sea cual sea el origen del déficit de tarifa, las organizaciones de productores y consumidores de energías renovables son los primeros que están pidiendo que se haga una auditoría para determinarlo y acabr con el mito que culpabiliza a estas energías. Curiosamente, cuando esta propuesta llegó al parlamento de la mano de Izquierda Plural, fue rechazada con los votos en contra de PP y PSOE. ¿Por qué? ¿Quién le tiene miedo a la verdad? Pero la verdad es que no hacen falta estudios ni auditorías, la nueva reforma reconoce implícitamente que las renovables son rentables, ya que no sólo no subvenciona, sino que penaliza con el kafkiano peaje de acceso la producción de energía fotovoltaica. Si no es rentable, no haría falta penalizarlo, bastaría con no subvencionarlo.

La reforma energética: una nueva agresión al mundo rural