jueves. 28.03.2024

Félix Grande (Mérida, 1937) es, ante todo, un poeta, no solo “un aprendiz de un discípulo de poeta”, como afirma él de sí mismo. Podemos disfrutar de sus versos en títulos como “Las piedras”, “Una grieta por donde entra la nieve”, “La canción de la tierra” o “Libro de familia”. Una palabra define su poesía, el esteticismo; y un objetivo: conseguir la palabra exacta.

Y esa búsqueda de la belleza, ese afán por encontrar la palabra que comunique, que llegue al alma del lector y lo conmueva, se trasladan también a su obra en prosa, no tan extensa, efectivamente, pero de indudable calidad literaria. A nosotros nos ha emocionado, muy especialmente, la última novela publicada, La balada del abuelo Palancas (2003), en buena parte autobiográfica. Cuenta en ella la historia de su familia, cuyos miembros han recibido este apodo desde hace varias generaciones. El abuelo, borracho y enfadado por el rechazo de una prostituta, arrastró un rodillo de piedra de unos mil kilos hasta la puerta del ayuntamiento del pueblo. Ante las preguntas del alcalde, admirado de su fuerza, respondió que lo había conseguido tan solo “haciendo palanca”.

Félix Grande fue criado por su abuelo en Tomelloso (Ciudad Real). Ha sido testigo – y así lo cuenta- de los sacrificios de su familia para salir adelante. El hambre ocupa un buen número de páginas; esa hambre que “iba y venía con un cetro en la mano y un gesto de petulancia tenebrosa lacrado sobre su calavera”. Los duros años de la posguerra están magníficamente retratados aquí. Sin embargo, ante todo, esta novela es un homenaje al hombre trabajador, honrado, ingenuo y humilde, encarnado en el personaje del abuelo, un hombre cabal cuya finalidad en la vida no es más que cuidar de los suyos y enseñar a sus hijos el arte de “no ser desgraciados”.

Con ternura, grandes dosis de humor y sobre todo, con su buen hacer, el autor consigue hacernos revivir la vida de las zonas más desfavorecidas de España en la época citada. La intrahistoria de Unamuno ocupa un primer plano y nos engancha desde la primera línea con sus pobres gentes, sus miserias, sus paisajes y, por encima de todo, su dignidad.

“Pienso en ese futuro tranquilo y arrugado 
como en dos viejos libros qua ya no lee la gente, 
con tanto como habrán, en silencio, aguardado”.

Félix Grande: biografía y ficción en “La balada del abuelo Palancas”, novela para leer...