viernes. 19.04.2024

208. Respeto

Respetar a todos los seres es respetarnos a nosotros mismos. Ésa es la base real que sustenta el respeto a los derechos humanos. Sin este respeto fundamental, no parece muy factible  esperar resultados positivos de nuestro empeño de conseguir la igualdad de todos los seres humano

Respeto
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La Carta de la Tierra postula que «se eliminen las armas nucleares, biológicas, químicas y otras, de destrucción masiva, y que se conviertan los recursos militares en propósitos pacíficos como la regeneración ecológica. 

La democracia, los derechos humanos y la cultura de la paz, posiblemente sean  los antídotos más eficaces contra la guerra. Son formas civilizadas que permiten que los seres humanos se abracen fraternalmente. Pero hasta hoy, tales valores no consiguieron impedir el uso continuo de la guerra y al terrorismo, como forma de imponerse a los demás. ¿Por qué nos ha pasado esto? 

Prescindiendo de muchas explicaciones, podemos decir que la causa se encuentre, de entrada, en la persistencia del patriarcado. Instaurado en los últimos diez mil años, su característica fundamental consiste en poner el poder, en la forma de violencia, como el eje organizador de todo. Marginó y volvió invisible a la mujer y a los valores ligados a lo femenino como la visión del todo, el transmitir la vida, la gentileza y el cuidado del ser humano en sus primeros años de vida. Creó el Estado, sus aparatos y la guerra. Dio origen a una cultura marcada por la competición y no por la cooperación. 

La Declaración universal de los derechos humanos sirve como baluarte contra la tiranía del poder autoritario. Es un avance muy significativo.  Pero siempre que se presenta un conflicto con los intereses del poder patriarcal, los derechos son dejados de lado.

 Y se dan razones para no respetar al otro: la mujer, porque tiene más sentimiento que razón, el indio porque es salvaje, el negro por causa de su piel, el musulmán porque es un terrorista virtual. Se hace entonces la distinción entre lo humano, lo que ellos propugnan,  y lo  pseudo-humano, la cultura de los otros, para poder oprimir sin mala conciencia.  

¿Cómo salir de esta maraña perversa? Seguramente, uno de los puntos es la integración, la participación en igualdad de condiciones, de los principios masculino/femenino, superando históricamente el patriarcado. Pero fundamentalmente, mediante el respeto a todo ser y a cada forma de vida.

 La razón de este respeto es el hecho de que somos un eslabón de la cadena de la vida, que somos todos interdependientes y que todo lo que existe y vive, tiene su razón de ser, y por ello merece existir y vivir. El respeto por los derechos humanos debe comenzar pues por el respeto de cada ser, por la naturaleza y por la vida. No respetaremos la vida de nuestros semejantes si no respetamos la vida en toda su diversidad y cada ser. Si ejercemos violencia contra ellos, tarde o temprano ella se vuelve contra nosotros.

Estamos enraizados en el ser y en la naturaleza. Respetar a todos los seres es respetarnos a nosotros mismos. Ésa es la base real que sustenta el respeto a los derechos humanos. Sin este respeto fundamental, no parece muy factible  esperar resultados positivos de nuestro empeño de conseguir la igualdad de todos los seres humanos. 

    Hasta otro día.

    Un abrazo.

    Agustín.

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