jueves. 28.03.2024

Flor de Jara nació en 1990, hace ya 24 años. Hoy además de formaciones de jotas de adultos y niños, también tienen un grupo de sevillanas llamado Agüita Clara

A finales del mes de abril --se baraja la fecha del día 26 pero aún no está cerrado--, Flor de Jara ha organizado un festiva benéfico para recaudar fondos que se destinarán a una organización no gubernamental que trabaja en comedores sociales.

Estarán junto a Flor de Jara en este festival, el grupo de Rocío Alonso Jacinto desde la Vila de Gata, los jóvenes moralejanos dirigidos por Clara Blanco, y el grupo soyano  El Atrio dirigido por el maestro Jesús Gonzalo, director de numerosos grupos de danza en la Sierra, entre los que están los de Vilamiel, Gata y Hoyos.  El coste de la entrada no es económico sino alimenticio. Los interesados deben aportar alimentos no perecederos que serán destinados a un comedor social.

Según el programa previsto, sujeto a día de hoy a modificaciones, cada grupo bailará cuatro jotas, entre las que quizá estén El ramo, La Serrana o El minerito, jotas favoritas de esta redacción.

El repertorio de Flor de Jara, asociación organizadora, es muy amplio y, entre otras, se atreven con las rondeñas cacereña y de Castiblanco, el fandango extremeño, Guadalupe, La Aceitunera, la jota cuadrada o la de Villamiel, entre otras. Precisamente ahora están recuperando los pasos de la rondeña peraliega, jota de la que se conserva la letra pero no el baile, guardado solo en la memoria de las mujeres más mayores.

A lo largo de estos 24 años, Flor de Jara ha tenido tres directora y en estos momentos aprende y afina su gracejo en las tablas bajo la dirección de Cristina, una joven peraliega que creció siendo ya Flor de Jara. Cristina dirige también el grupo de la asociación que canta la misa extremeña y el grupo flamenco de sevillanas.  Ahora se van a atrever a cantar jotas al tiempo que las bailan.

En total, la Asociación Cultural Flor de Jara reúne a 23 mujeres. La más veterana es Maripaz con 55 años y también tienen a su jovencísima promesa, una niña de apenas tres años que ya viste el traje regional y los faralaes. Pero entre todas ellas, la más querida es Beatriz, una bailarina de 18 años “que es un portento y se las sabe todas”, comentan sus compañeras.

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La solidaridad vuelve a las tablas