En otoño la naturaleza tienen un encanto especial, son muchos los atractivos que la sierra nos ofrece, por eso no hay que dejar escapar oportunidades como las que Jose María Hernandez nos ofrece desde www.misierradegata.com, nadie como él, gran conocedor de la fauna, flora y orografía de Sierra de Gata para aconsejarnos y guiarnos en algunas de las experiencias más solicitadas en esta época del año.
Una de ellas destaca por su originalidad, nada tan apasionante como meterse en la piel de los colonos de Sierra de Gata de los años 40 y 50, ¿cómo?, muy sencillo..., aprendiendo a buscar oro, visitando las antiguas minas de oro del valle del Arrago, un lugar de difícil acceso y de gran belleza natural, sobre todo en otoño donde se mezclan los intensos colores de la vegetación, convirtiéndolo en el marco ideal para aprender a batear el oro.
Es una excursión ideal para ir con tu grupo de amigos, es muy recomendable para escolares y familias ya que los niños como nadie disfrutan de los maravillosos paisajes de roca y vegetación que decoran pequeños regatos, y ríos cristalinos que concurren en ruidosas cascadas que parecen sacadas de un antiguo cuento medieval.
Para ello se puede elegir entre la modalidad de senderismo o la de 4x4, aunque en 4x4 no se puede acceder a todas las minas, siempre se puede elegir una opción mixta, para no perderse nada.
Otra de las actividades estrella del otoño en Sierra de Gata es el avistamiento de la colonia más numerosa de aves en la sierra, que es sin duda la de las grullas, que durante cinco meses habitan en la isla del Pantano del Borbollón, unas 7.000 aves comparten hábitat con patos, gansos, gaviotas y cormoranes, en esta Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA) de Santibáñez el Alto.
La ribera del pantano es el lugar idóneo para el avistamiento de la grulla en vuelo. Para ello se organizan citas para toda la familia y para grandes grupos. Jose Maria Hernandez y su equipo ponen telescopios a disposición de los excursionistas para que vean de cerca estas aves en vuelo. Muchos de ellos traen también sus propios prismáticos, y eso sí, hay que llevar ropa de abrigo para disfrutar confortablemente de esta cita con la naturaleza, pues las grullas empiezan a llegar a mediados de otoño.
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