sábado. 20.04.2024

En tus cuentos y novelas los protagonistas y los temas nos resultan siempre muy cercanos. ¿Cuáles son tus principales fuentes de inspiración? Creo que resultan cercanos porque se basan en cosas oídas por la calle, en retazos de conversaciones, en lo cotidiano que nos rodea a todos: la familia, el trabajo, los amigos, las noticias…Un escritor no es más que una persona que va por la vida con los oídos y los ojos muy abiertos. La realidad siempre supera a la ficción. Parece un tópico, pero no lo es. De cualquier persona, de cualquier breve encuentro, surge una chispa, un destello que necesita ser contado.

¿Piensas seguir en esta línea o tienes proyectado algún tipo de obras más de fantasía? O dicho de otra forma, ¿qué libro te gustaría escribir? Siempre he dicho que me gustaría escribir el libro que yo quisiera leer, pero no lo consigo nunca, aunque no dejo de esforzarme. El listón me lo he puesto muy alto porque como lectora soy cada vez más exigente. En cuanto a la fantasía, creo que en el momento en que un narrador empieza a contar, todo es pura invención. En el grado de invención o de distanciamiento está la clave.

¿Quiénes crees que son tus principales lectores? Los lectores de cuentos son exigentes, así que me gustaría pensar que me leen buenos lectores, aunque quizá la realidad sea otra. Se me han acercado lectores de todas las edades. A veces he tenido éxito en los institutos, otras, no. Sé que suelen ponerme como libro de lectura en los institutos y que me han leído en los clubes de lectura, personas mayores y jóvenes.

Has coordinado, durante varios años, talleres literarios para jóvenes y das clases en un instituto de Secundaria. ¿Están interesados, según tu experiencia, nuestros jóvenes en la escritura y en la lectura? ¿Es cierto que escriben cada vez peor o esto es solo una generalidad? En mi época los estímulos eran pocos, no como ahora. NI internet, ni móviles, ni nada. Un libro y la calle eran el paraíso. Ahora pueden ver películas, escuchar música a todas horas y en todos los dispositivos, tienen cuarenta canales de televisión y el mundo a su alcance, pero sí, se enganchan a la lectura y a la literatura. Es difícil, pero siempre hay un cómo, una manera de hacerlo. Unas veces funciona y otras, no. Lo que está claro es que no se puede contagiar una enfermedad que no se padece. Si tú no amas la lectura y la escritura, tus alumnos no lo harán, ni tus hijos. Y no escriben peor. El problema está en que llevan las abreviaturas de los móviles o de los mensajes al registro formal. Uno no puede escribir un currículum o una carta formal de la misma forma en que escribe a un amigo.

¿Cuáles son las principales características que, a tu juicio, deben tenerse para ser escritor? Pasión y vértigo. Para leer y para escribir. Si no te gusta leer, es imposible que escribas bien. Sin conocer las reglas del oficio, la puntuación, la acentuación… no puedes escribir bien.Tampoco estaría de más un respeto al lector (que no es tonto, aunque muchos escritores piensen lo contrario) y una dosis de modestia. Para innovar en literatura hay que conocer la tradición. Si no, se corre el riesgo de caer en el plagio.

En abril de 2012 se publicó tu última obra, Paraíso posible, colección de cuentos. Afirmas, en su prólogo, que “escribir cuentos no es dar marcha atrás, sino mirar al otro lado del espejo”. ¿Por qué en determinados círculos se siguen considerando los cuentos como un género menor? Porque muchas personas relacionan calidad con cantidad, como si no se pudiera leer un poema aislado sino todo un poemario. Es un género difícil, el que más tardó en consolidarse, aunque su tradición es riquísima. Y es difícil; sin embargo se piensa que un narrador no se consolida hasta que no escribe su primera novela. También hay mucho de criterio comercial. Los cuentos no venden, la novela sí.

Qué opinas de los microrrelatos (entendidos como textos hiperbreves, algunos, como “El emigrante” de cinco palabras)? ¿Algunos de tus textos se podrían englobar en este género? Como en todos los géneros de la literatura, existen microrrelatos muy buenos, y otros que no son más que meros juegos, o frases, o manierismo. Un aforismo o una máxima no son microrrelatos. He escrito algunos, aunque no me encuentre cómoda en esa distancia tan corta.

Mi hija, de trece años, sigue pensando que todos los escritores están muertos y que, por esta razón, no le interesan. ¿Qué parte de responsabilidad tenemos nosotros desde las aulas en la difusión de esta “idea”? Me encanta ir a hablar con los alumnos de los institutos para que vean que a veces los escritores estamos vivos. Y por eso mismo me gusta llevar escritores a mi centro. Siempre sale bien. De una forma u otra. Y aparte de eso, también podemos presentar a los escritores clásicos de forma distinta. Quevedo está tan vivo como ellos, y Cervantes, y si explicamos algunos sonetos de Lope o Góngora, si leemos con ellos El Lazarillo, y Ángel González, y Machado, y Blas de Otero y tantos otros que no caben aquí, y teatro, y contamos más allá de lo que viene en los libros de texto, tenemos la batalla casi ganada.

¿Cómo crees que podríamos convencer a nuestros estudiantes de Secundaria de que la literatura realmente “sirve para algo”? Trato de enseñarles que si aprenden a leer, a leer de verdad, será más difícil caer en el engaño, en las telas de araña, en el fracaso. No creo que la literatura tenga una utilidad inmediata. A lo mejor solo sirve para el simple gozo de identificarse con lo que se lee, o para descubrir la música oculta de las palabras, o para compartir. También creo que no se puede entender un período histórico sin entender su literatura, y a la inversa.

¿Por qué nuestros jóvenes estudiantes de Secundaria no conocen ni leen escritores extremeños? ¿No sería bueno incluir, al menos uno de sus textos, como lectura en las aulas? Deberían conocerlos, pero no solo por extremeños, sino porque existe una literatura de gran calidad escrita por personas nacidas aquí.

Sierra de Gata Digital tiene un compromiso con la difusión de autores extremeños. ¿Crees importante esta labor o innecesaria? Me parece importantísima. A veces no vemos o no valoramos lo que tenemos cerca. Me consta que esta difusión está dando sus frutos entre lectores que no conocían la literatura escrita por autores extremeños.

¿Crees que hay otros escritores extremeños que, de haber publicado en editoriales de mayor consideración a nivel nacional, habrían tenido más repercusión que la que tienen en la actualidad? No lo sé. Una cosa es el mercado editorial y otra el comportamiento de los lectores. A veces una obra lanzada como un bestseller por una editorial famosa no llega al público y en otras ocasiones, una editorial pequeña lanza una obra de repercusión enorme. Es importante la publicidad y la tirada de una obra, pero todavía los lectores siguen teniendo la última palabra.

En tu caso, todas tus obras se han publicado en editoriales regionales. ¿Ha sido esta una opción personal? Sí, ha sido una opción personal. Siempre me han tratado muy bien en las editoriales regionales, y con la editorial Delaluna libros me une una relación que va mucho más allá de lo puramente profesional. Sus libros están muy cuidados y su trato es exquisito. La Editora regional me publicó mi primer libro, así que cómo no voy a estarle agradecida, no solo por mí, sino por la labor que ha realizado siempre en la difusión y descubrimiento de autores extremeños.

Tampoco me he preocupado mucho de enviar obras a editoriales de fuera.

Nosotros hemos hablado aquí de los relatos de otros escritores extremeños (José María Cumbreño, José Ramón Santos …). ¿Cuál de ellos te ha emocionado a ti, especialmente? Cumbreño y Santos son, además de excelentes escritores, amigos y compañeros de antología de microrrelatos. Cumbreño es también un buen compañero de profesión (me consta porque hemos compartido instituto), y Santos publicó mi libro de cuentos Una de cine negro en Alcancía, una editorial ya desaparecida. Ambos hemos sido presentadores de nuestros libros, en Cáceres y Plasencia. No podría elegir uno solo de sus relatos, ni siquiera uno solo de sus libros. Ellos saben que los utilizo muchísimo en los talleres literarios. Aparte del cariño que les tengo como personas, siento respeto por su actitud ante la literatura.

Pilar Galán, escritora: “Podría vivir sin escribir, pero no podría vivir sin leer”