sábado. 20.04.2024

La huella de Alba en Sierra de Gata (V)

La ciudad de Coria, en los tiempos del duque de Alba, marqués de Coria, se presentaba, desde antes que se ganara a los moros, como recinto bien amurallado, en sólida construcción de piedra labrada en granito, al que sólo se podía acceder por sus grandes puertas. Reunía pues las condiciones básicas que dijera don Pedro López de Ayala en el “Rimado de Palacio”

ESCUDO DE LA CIUDAD DE CORIA

Que sean las sus villas de muro bien firmadas,
grandes torres e fuertes altas e bien almenadas;
las puertas muy fermosas e mucho bien guardadas,
que diga quien las viere que están bien ordenadas.

Está asentada la ciudad de Coria en cuadro. Tiene, a finales del siglo XVI, cuatro puertas, una al oriente que llaman Puerta Nueva, otra al norte que llaman la Puerta del Sol, otra al mediodía que llaman el Postigo y otra al poniente que llaman la Puerta de la Villa (1).

Por el noroeste la Puerta de San Francisco, de la Cava o del Rollo, que tomó su nombre del convento franciscano, quiso dejar paso al escudo de armas de los duques de Alba, sobre las paredes de sillería de la fortaleza, frente al Rollo, y nos avisa que existen otras tres puertas más y, además, un postigo. Esta puerta estuvo cerrada y se abrió de nuevo en torno a 1561, que lo mandó el duque de alba, marqués de Coria, por recomendación de su corregidor.

Por el noreste la Puerta del Sol, que llaman de la Guía por estar la imagen de Nuestra Señora de la Guía, bajo ella un escudo de los duques de Alba, que también ha sido conocida como Puerta de la Corredera, de San Ginés, de San Pedro.

Por oeste la Puerta del Rey, que luego llamarían de la ciudad, de la villa, de la Escalerilla, de la Estrella y de las Cuatro Calles. Por el este la Puerta del Río o Puerta Nueva, por ser la última que se hizo (s.XVI), llamada Puerta del Carmen que mira a la ermita del Carmen y Puerta del Sol, por estar a levante (2).

Aparte de esta puertas principales también nos dicen de la Puerta del Duque, un postigo particular que tenían los duques de Alba, marqueses de Coria, en su Palacio. Otro postigo, o el mismo, nombran como el Postigo de la Iglesia, al sur.

La ciudad, que pertenece a la provincia de Extremadura, tiene su asiento en un llano, junto a unas barrancas que caen al río Alagón, afluente del Tajo, río que fue abundante de pescado.  

Cuenta la leyenda que “en la cerca de esta ciudad, hay una casa harto señalada que es el enterramiento de Viriato, aquel famoso capitán lusitano, el cual nunca fue vencido por los romanos. Habitó en esta ciudad y su comarca. Este entierro venle pocos porque está dentro de un aposento de una casa donde vive al presente el escribano del Consistorio de esta ciudad” (3). Esta leyenda se une a esa otra que dice que tenía vivienda en Acebo, en la casa ubicada en el barrio de la Torrita, señalada con dos caras en su fachada.

Ciudad antigua, a la que los romanos llamaron Cauria, fue siempre de la corona real, luego condado y conde de ella don Gutiérrez Solís y, más adelante, del duque de Alba, marqués de Coria. Tiene Coria 700 vecinos (unos 3.000 habitantes) e Iglesia Catedral (porque es cabeza de obispado), con muchas reliquias, y dos monasterios, uno de frailes descalzos, extramuros, y otro de monjas (terceras, intramuros) (3).

    Sus edificios más emblemáticos lucen en sus dinteles el escudo de la ciudad, porque Coria “tiene por armas un león, porque era ciudad en el reyno de León, y por orla del escudo siete (ocho) castillos, porque en contorno desta cibdad estan siete encomiendas en siete lugares (villas) que cada uno tiene un hermoso castillo y son el Portezuelo, Santibañes, Trebejo, Las Erjas, Peñafiel que ahora se llama la Zarza, el castillo de Almenara, y el castillo de Milana, los quales eran sujetos desta cibdad y toda su tierra y comarca que era mucha” (1). El escudo actual, que con buen criterio bebe de las fuentes del antiguo, se describe como: en campo de gules, un león rampante, de oro, linguado, armado y coronado de mismo metal, bordura cosida de azur, con ocho castillos, de oro, almenados, mazonados de sable y aclarados de gules y corona real abierta.

En el interior de las murallas las casas, situadas frente a estrechas calles, permitían espacios para pequeños huertos y pastizales donde poder sembrar y dar de comer al ganado en caso de ataque o asedio enemigo. Una ciudad que, poco a poco, había ido creciendo en número de habitantes, cuando la población primitiva comenzó a mezclarse con los recién llegados: asturianos, leoneses, navarros, gallegos, mozárabes, judios, portugueses y francos.

Una ciudad medieval con buenos edificios como la catedral de Nuestra Señora o, junto a ella, el palacio de los duques de Alba, construido sobre el antiguo castillo, que conformarían un espacio de encuentro para la vida y la muerte, para el clero, los políticos y los militares. Nobleza, iglesia y burguesía, eternamente juntos. Porque el pueblo gustaba más de la Plaza Mayor y Ayuntamiento, donde los regidores, pecheros, artesanos, campesinos y los ciudadanos y ciudadanas en general disponían de sus reuniones de concejo, de la actividad comercial y del disfrute de las fiestas. Mandó construir el duque de Alba una fortaleza, junto al Rollo, que es alta de sillería, y puso los alcaldes de la citada  fortaleza.

El conjunto de esta mezcla poblacional fue formando una unidad política, económica y social,  que no sólo se significo por el intercambio cultural sino también por la mezcla de lenguas distintas que, en adelante, se distinguiría por una sola sociocultura y una sola lengua que, en estos tiempos, los filólogos denominan “estremeñu”, como una variante del asturleonés, y que en el siglo XIX, tras publicar el escritor Luis Chamizo “El miajón de los castúos”, tomó el nombre erróneo de “castúo”, cuya referencia chamiziana se refería más al castizo campesino extremeño que a una lengua.

Sintieron Coria y su Tierra, tiempos atrás, el asentamiento del pueblo vetón, más el poso del imperio romano que dejó muralla y fue capaz de comunicar Caurium con Miróbriga o, más aún, Túrmulus (Garrovillas de Alconétar) con la antigua Cottaeobriga (Gata), a través de la calzada de la Dalmacia. Esto, seguramente, facilitó la instauración del episcopado cauriense en la época visigoda y la ocupación árabe de la ciudad (Medina Qûriya) y su tierra, lo que facilitó la convivencia de las tres culturas: cristiana, árabe y judia, ya que existía una judería y sinagoga. Algo que no se repetiría tras la ocupación definitiva por los reyes cristianos, en nombre del reino de León,  (Alfonso VII. 1142), donde fueron expulsadas o integradas las otras dos culturas.

Es en esta época cuando todavía se podía encontrar oro por las tierras de Coria, en pepitas del tamaño de una avellana. En estas tierras abundan las frutas y se coge mucho trigo. Hay, en el contorno en tierra de esta ciudad muchos naranjales y cidros limones y todo género de zumos en abundancia, tanto que la mayor parte de Castilla se provee de esta tierra. A la parte del Norte está la Sierra de Jálama, a cuatro leguas, en cuyo contorno se encuentran muchos lugares que llaman Sierra de Gata, abundantísimos de buenos vinos, muchas castañas, que proveen a Castilla y a la mayor parte de Andalucía, hasta Sevilla. Críanse, en esta tierra, abundancia de jabalíes, ciervos, gamos, liebres, conejos, perdices y otros animales y aves (3).

NOTAS

1.- Maldonado Escribano, José. “Descripción de la ciudad de Coria en las relaciones topográficas de los pueblos de España, hechas a orden del Sr. Felipe II”. Norba-Arte. Vol XXVII. 2007. Pág. 317. Cita Real Biblioteca del Monasterio del Escorial. Ms. J.I.12, tomo I, ff. 14-16; Real Academia de la Historia. Sign. 9/3954, tomo I, ff. 13vº-18vº: Relación de Coria. / Ortega Rubio, Juan. “Relaciones Topográficas de los Pueblos de España. Lo más interesante de ellos”. Pág. 231. Sociedad Española de Artes Gráficas. Madrid 1918, cita Relaciones topográficas, tomo I, páginas 13-18.

2.- Ver Valiente Lortáu, Alejandro. “Historia de las calles y de las puertas de la muralla de la ciudad de Coria”. Colección Temas Caurienses. Volumen 2. Páginas 17-40. Ayuntamiento de Coria. 1999. / “Monumentos artísticos de Extremadura”. Coria. Páginas 216-220. Consejería de Educación y Cultura. Junta de Extremadura. Salamanca 1988.

2.- Ortega Rubio, Juan. “Relaciones Topográficas de los Pueblos de España. Lo más interesante de ellos”. Pág. 231. Sociedad Española de Artes Gráficas. Madrid 1918, cita Relaciones topográficas, tomo I, páginas 13-18.

Foto 1.- Detalle del mapa de Coria que dibujara Francisco Coello en 1840.

Foto 2.- Escudo antiguo de la ciudad de Coria.

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